martes, 11 de marzo de 2008

En tus caderas


En algún rincón perdido de tu sórdida fisonomía, ahí se esconden las últimas formas de mi odiosa pasión desencadenada por los sutiles movimientos y por tu espalda que se me ofrece desnuda y cóncava al mudo paseo de mis dedos. Ellos viajan con soltura, ayudados por la sudorosa respuesta de tus sentidos. Así el camino se hace más fácil de recorrer, ya que los cuerpos húmedos proporcionan una divina manera de traspasar los latidos del excitado corazón.
Tu boca se entreabre de manera macabra y dejas escapar el gemido profundo de tus sentidos. Es como si la locura quisiera cantar, entregada únicamente al poder de mis dedos que solo se dedican a buscarle una escapatoria al orate prisionero dentro de tu piel.
Parece que mis labios, almacenes calientes de sangre viva, quisieran volver a encerrar los gritos de tu locura y absorben y envuelven tus gemidos con un beso desesperado con pequeños hálitos de sangre metálica entre nuestras lenguas. Uno de los dos descubre aquella pequeña hemorragia pero entiende que es parte de aquella conspiración entre tu terciopelo y mi hombría.
Una escapatoria al psiquiátrico de tu cuerpo me ofreces entre tus piernas. Se desespera aquel umbral por ser testigo de tantas palomas y mariposas escapar de entre sus pilares de rojo escarlata. Sin embargo profano aquella matriz hermosa y siento la cálida acogida de tus labios, que confirmo con vibraciones en tu pecho y la locura de tu espalda que se entrega como un lienzo virgen para las gotas de sudor dispuestas a plasmar un retrato de fuego, un retrato de tus movimientos y los míos, un retrato que solo un dios podría descifrar y quizás no sea más que nuestros cuerpos desnudos tratando de liberar una locura contenida.
Claro! con el tiempo después del sismo siguen las réplicas y pareciera que ya no importara si tus propios dedos tratan de dibujarme en los rincones de tu cuerpo. Pareciera que en esos momentos, solo en esos instantes, mi recuerdo fuera más que una caricia y se convirtiera en una vulgar manera de besarte por encima de lo prudente y de la decencia y eso me mata, estar al borde de lo decente contigo, estar en el filo de lo prudente. Que importa la moral mientras estoy sembrando flores en tu jardín. Y si tu fruta está madura, prefiero probar la dulzura a mirarla perderse entre el pasto del prado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si es lo escribiste tu, tienes mucho talento, me gusto y a la vez no, pero creo que son cosas que son explicables pero las explicaciones en ese caso sobran

las esquinas son recordadas, en sueños , pensamientos y de vez en cuando perturban la realidad , tu las recuerdas ?